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La cultura del intercambio de pareja

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De entre todas las fantasías que tienen los hombres, una de las más llamativas es el intercambio de parejas. Tal vez no sea la más popular, porque implica no solo disfrutar de otra persona que no es nuestra pareja en la cama, sino también permitir que nuestra pareja haga exactamente lo mismo. No se trata de un trío, o de una orgía, aunque hay veces en las que un intercambio termina así. Es sencillamente un quid pro quo, una formula bastante antigua en realidad, por la cual dos parejas se intercambian para pasar un rato de intimidad y placer, y así tienen la oportunidad de probar otras cosas fuera de todo aquello que suelen tener dentro de su relación. Es algo justo, además, porque ambos están disfrutando de lo mismo, y por supuesto, debe ser consensuado.

Antes de que todo este movimiento recibiera el nombre de Swinger, mucho antes incluso de que el amor romántico llegara a las novelas y se instalara como dictador absoluto en la monogamia del placer, los intercambios de pareja ya eran habituales en la Antigüedad, como vamos a comprobar a continuación. Es una práctica que va ligada, por supuesto, a la manera que tenemos de entender el sexo, la pasión  y sobre todo, las relaciones. Se cuenta con que estamos en una relación abierta, o al menos tenemos la mente dispuesta a aceptar este tipo de intercambios, porque no nos vamos a poner celosos al ver a nuestra pareja con otra persona, ya que nosotros estamos haciendo exactamente lo mismo. La cultura swinger sigue ganando adeptos día a día, personas que se sienten cómodas con esta sexualidad más amplia, y nosotros te vamos a explicar por qué.

Origen de esta nueva tendencia sexual

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Para encontrar el origen del intercambio de parejas hemos viajar muy, pero que muy atrás en el tiempo. Se tiene constancia de que ya en la Antigua China y en Egipto, en los siglos antes de Cristo, este tipo de relaciones eran bastante comunes, ya que se realizaban bacanales y orgías donde cualquier persona era libre de tener sexo con las demás, incluso aunque estuviera en una relación de pareja, más o menos como la entendemos hoy. Está claro que es imposible comparar las relaciones actuales con las de aquellos tiempos, pero sí que es llamativo comprobar que el concepto de monogamia tal y como lo entendemos hoy en día no estaba para nada popularizado.

De hecho, seguramente este tipo de relaciones abiertas, donde cada cual podía disfrutar del sexo con quien quisiera, eran las más habituales. Los griegos y romanos también tuvieron mucho que ver con este tipo de tendencia, aunque aquí la imposición del hombre ya empezaba a notarse más, creando ciertos harenes, en los que podía disfrutar de varias mujeres, que sin embargo le debían cierto compromiso. La llegada del cristianismo y su concepto de las relaciones monógamas supuso el fin para esa tendencia, hasta que hace unas décadas, el movimiento swinger la recuperó para traerla de nuevo a la actualidad y hacer de ella una de las fantasías más habituales del siglo XXI para los hombres, pero también para las mujeres.

Reglas básicas de acceso a un local swinger

Actualmente, el intercambio de pareja goza de cierta popularidad, sobre todo en las ciudades más grandes y cosmopolitas, donde este tipo de relaciones se pueden tener con mayor discreción. El intercambio se puede dar de muchas formas, porque al final lo importante es que haya dos parejas dispuestas a realizarlo. Pueden haberse conocido en el trabajo, ser amigos desde hace tiempo o sencillamente, haber quedado a través de alguna app o de otro método online en cualquier lugar para tomar algo y ver si hay conexión. Sin embargo, para ganar en discreción y en comodidad, también hay muchos locales swinger, sitios donde el intercambio de parejas es lo más habitual, y que están llenos de parejas dispuestas a pasar un buen rato.

Las reglas son bastante sencillas a la hora de entrar en este tipo de locales. Lo primero es hacerlo con la mente abierta y sabiendo que aquí se viene a ligar, buscando una pareja con la que poder intercambiarnos para un rato de placer diferente. Por eso es habitual que haya proposiciones de todo tipo en estos locales, eso sí, siempre desde el respeto. La higiene es básica, para que la experiencia sea verdaderamente completa y excitante. La educación debe estar por encima de todo, tanto al hacer proposiciones como al rechazarlas. Hemos de asumir que un no es un no, y no debemos insistir ni molestar a los demás. Dada la situación especial, se aconseja mucho el sexo seguro, con preservativo, para evitar problemas. Y por supuesto, la regla de oro es ir con la menta abierta y a pasarlo bien.

Código de vestimenta de un local swinger

Aunque no hay un código de vestimenta claro para todos estos locales, y cada cual puede tener el suyo, imagínate que vas a una fiesta elegante donde quieres dar una buena imagen. No decimos que haga falta ir de etiqueta, pero si tienes un vestido bonito y sexy, o un traje que te hace más elegante, son opciones perfectas. En cuanto a la ropa interior, sobre todo la femenina, llevando lencería sensual se ganan muchos puntos, porque hay gente que incluso es capaz de mostrarla en el propio local, antes de acceder a las habitaciones, y es un reclamo, desde luego. Para los hombres, la ropa interior adecuada es aquella que está limpia y que es nueva, elegante, sobria.

Varios ambientes dentro de un local swinger

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Cuando entras en uno de estos locales debes estar preparado para todo, y es que hay algunas personas que incluso empiezan la diversión allí en medio, delante de todo el mundo, sin esperar a llegar a una habitación siquiera. El local suele constar de una zona de barra, donde es habitual ver a las parejas tomando algo. También habrá varias mesas, o rincones algo más apartados con sofás, donde las parejas que quieren intercambiarse pueden empezar a tomar contacto. Por supuesto, la mayoría de estos locales cuentan con habitaciones que se pueden alquilar para disfrutar de un rato de placer en ellas, totalmente climatizadas y preparadas para este tipo de encuentros. En muchos locales también existe el famoso “cuarto oscuro”, donde la iluminación es muy baja o directamente inexistente, y nos podremos dejar llevar por el morbo del tacto, haciendo realidad nuestras fantasías con auténticos desconocidos.